Que no os engañen, no es fácil
pasar página. Quizás el hecho de borrar a la persona resulte fácil sobre todo
si ésta fue causa de más malas experiencias que buenas y bueno, en este sentido
empezar en una página en blanco dando la vuelta a la anterior no sea excesivamente
difícil, al fin y al cabo es un libro que tienes preparado para buenas
experiencias.
Yo hablo del nuestro, de nuestro
libro, llamadlo conciencia, autoestima, diario, como queráis, llamadlo “yo”.
Cómo se pasa página a uno mismo, a la inseguridad residual de los reproches y
las mentiras, a los miedos por el rechazo e inútil valentía, al ya no me
quiero, no me gusto y sobre todo no me respeto. Cómo aprendemos a afrontar que
no nos quisieron, y lo que es peor, nos dejamos de querer. Cómo se
vuelve a escribir “guapa, me respeto, me quiero, me perdono…” me perdono por
haberme traicionado, por haber dejado que no me quisieran, por no haber dejado
de intentarlo. Quiero saber escribir que voy a darme de bruces mil veces hasta
que consiga querer como ya hice pero esta vez a mí (qué difícil).
No es gritar que le has o la has
olvidado, qué más da, aunque qué bien.
Es que no me olvido de mi “yo” contigo,
de lo que me hiciste que, ya no importa, sino de lo que me hice al permitirlo,
eso sigue.
No es olvidar las que un día
fueron “nuestras canciones” sino de las mías propias, las que estuvieron cuando
tú no estabas, las que baile sola y las que no llegué a bailar. Las que me
recuerdan a mi contigo (sin ti en realidad), las que me recuerdan a mi sin mí.
Ojalá no tener que volver a decir
“estoy bien” porque se note.
Quiero escribirme guapa, quiero escribirme sin
miedos, con seguridades, con ganas. Quiero escribirme me quiero.
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